#29: Cuidado con el oso
Cuando estás acampando y oyes crujidos entre los arbustos, es normal pensar que te estás encontrando con un animal grande y potencialmente peligroso, como un oso o un alce. Sin embargo, antes de que cunda el pánico, recuerda que la realidad puede ser bastante sorprendente. La mayoría de las veces, la fuente de esos disturbios nocturnos es probablemente algo menos imponente, como un zorrillo, un castor o un puercoespín.
Estas pequeñas criaturas son conocidas por sus movimientos discretos y sus hábitos nocturnos, que pueden hacer que parezcan sigilosas en la naturaleza. Mientras tanto, osos, alces y otros animales de mayor tamaño pueden moverse con sorprendente sigilo. Así que, aunque siempre es prudente actuar con cautela en la naturaleza, no te apresures a atribuir cada sonido a las criaturas más temibles; a veces, son los habitantes más diminutos del bosque los que hacen sus rondas nocturnas.